El nombre del barrio tiene su origen en el convento de Sant Antoni, construido en el siglo XV junto a la muralla medieval de Barcelona.

Este convento llevaba su nombre debido a que estaba dirigido por monjes antonianos, una orden especializada en el tratamiento de una enfermedad infecciosa grave de la época, conocida como el Fuego de San Antonio. Esta enfermedad era en realidad una intoxicación alimentaria causada por la ingesta de alimentos contaminados por micotoxinas, que la medicina más moderna desconocía en aquel entonces.

El convento de Sant Antoni jugaba un papel crucial al retener y tratar a los afectados por esta enfermedad que llegaban a Barcelona desde el sur, evitando así que se propagara sin control por la ciudad.

Hoy en día, este barrio aún conserva la esencia histórica de su nombre y se ha convertido en un lugar emblemático de Barcelona.